Nunca olvidará el día que la vio por ultima vez, fue el 31 de agosto del 2005. Era de noche y la lluvia no cesaba, parecía que hasta el cielo estaba tan triste como ella por el desconsolado acontecimiento. Tomó las fuerzas necesarias para despedirse y lentamente se acercó a su morada.
Lo primero que percibió fue la palidez de su cansado y frío cuerpo, en su redondo y blanco rostro se delineaban abundantes surcos alrededor de sus ojos y boca, eran la prueba de su experiencia. Sus cabellos de plata unidos por una trenza le caían a un costado de su hombro izquierdo, tenía sus ojitos cerrados, parecía que estaba profundamente dormida. Tal parece que el aire de su fina nariz de repente dejo de salir. El único consuelo que ella tenía era; que en sus gruesos y morados labios se formaba una leve sonrisa, que nos indicaba que se encontraba feliz de al fin poder descansar en el paraíso.
Descanse en paz, Ma. Dolores González
¡Siempre vivirás en mi corazón!.